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¿Por qué Aeroyoga?

La práctica de aeroyoga nos invita a algo ancestral: recordar la suspensión.
La primera vez que habitamos el mundo fue así —en el vientre materno, flotando, invertidos, sostenidos por completo. Allí comenzó nuestra relación con el espacio, con el movimiento y con la quietud.

Y mucho antes de que el yoga se practicara en salas o sobre mats, ya existían sabios que colgaban de los árboles, en posturas invertidas que buscaban expandir la conciencia y entrar en estados profundos de meditación.


La suspensión, desde siempre, ha sido una puerta hacia el adentro.

El aeroyoga retoma esa memoria corporal y ancestral, y la transforma en experiencia.
En esta práctica, el cuerpo se suspende en el aire a través de una hamaca de tela. Esa suspensión libera el peso, permite explorar posturas con mayor libertad, descomprimir la columna, soltar tensiones y entregarse al movimiento con confianza.

Más que una técnica, el aeroyoga es una forma de reconectar con lo esencial: escuchar el cuerpo, respirar con presencia y moverse desde la conciencia.


En el aire, aparece algo nuevo. Una sensación de liviandad que no solo es física, sino emocional. Una pausa real. Un juego que sana.

Beneficios

  • Suspensión que libera, sostiene y reconecta. La hamaca permite trabajar con el cuerpo desde la ligereza, desafiando la fuerza y el equilibrio sin sobrecarga.

  • Inversión para restaurar y revitalizar. Colgarse cabeza abajo, de forma segura, descomprime la columna, oxigena el cerebro y activa el sistema linfático y circulatorio.

  • Conciencia corporal y enfoque mental. Explorar nuevas coordenadas en el aire invita a habitar el cuerpo con más atención, presencia y apertura.

  • Relajación profunda y conexión interior. El balanceo, el ritmo de la respiración y el sostén de la hamaca generan un efecto calmante sobre el sistema nervioso.

  • Juego, libertad y expresión auténtica. El aeroyoga es también una forma de volver al disfrute, de moverse sin rigidez, de encontrarse desde otro lugar.

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